La asunción de responsabilidades y la toma de decisiones llevan aparejado el riesgo de cometer errores y la posibilidad de convertir en fracaso lo que debería haber sido un éxito. Cuando esto sucede, es fácil caer en la tentación de rendirse, sin embargo, el buen líder debe saber cómo reconducir la situación para convertir ese error o fracaso en un estímulo para revisar qué es lo que ha fallado en su concepción y reconducir la situación hacia el éxito deseado.
Los errores forman parte del aprendizaje y, una vez analizadas sus causas e interiorizadas sus conclusiones, constituyen un conocimiento susceptible de ser aplicado no sólo en la situación en la que se produjo sino en otros casos análogos, reduciendo las probabilidades de error futuras. Así pues, ante un fracaso, no se desanime; aprenda y siga adelante, pues el éxito sólo es para los que de verdad lo persiguen.